la virtud de
los enamorados; la virtud de los convencidos; la virtud de aquellos que por
un ideal noble son capaces de arrastrar mayores riesgos; la virtud del
caballero andante que por amor, a su dama se expone a aventuras sin cuento;
la virtud, en fin, del que sin desconocer lo que vale su vida -cada vida es
irrepetible- la entrega gustosamente, si fuera preciso, en aras de un bien
más alto”.
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