martes, 19 de noviembre de 2024
Actividades del Miércoles 20/11/24
miércoles, 13 de noviembre de 2024
martes, 12 de noviembre de 2024
viernes, 8 de noviembre de 2024
Actividad del 08/11/24
Había una vez, en una granja tranquila, un perro llamado Max y un conejo llamado Tito. Max era conocido por ser el guardián leal de la granja. Cada noche, mientras todos dormían, Max recorría el lugar, asegurándose de que no hubiera peligro. Tito, en cambio, era astuto y le gustaba explorar la granja en busca de aventuras y pequeñas zanahorias.
Una noche, Tito escuchó un rumor de que un grupo de zorros planeaba robar la comida de la granja. Rápidamente, saltó de su madriguera y fue en busca de Max. Cuando lo encontró, le susurró: "Max, debemos proteger la granja. Los zorros vienen esta noche."
Max asintió, agradecido de que Tito, aunque no era un guardián como él, le hubiera contado la noticia. Ambos decidieron hacer guardia juntos. Mientras Max vigilaba las entradas principales, Tito usó su rapidez para moverse por los rincones, alertando a los animales que dormían.
Esa noche, los zorros llegaron, pero no lograron pasar de la cerca. Max ladraba con fuerza y Tito saltaba de un lado a otro, mostrándoles que estaban bien preparados. Después de mucho intento, los zorros decidieron irse.
Al amanecer, todos los animales de la granja celebraron a Max y Tito. "Gracias por cuidarnos", les decían. Max, orgulloso, miró a Tito y le dijo: "Gracias por ser mi amigo y confiar en mí."
Desde ese día, Max y Tito fueron conocidos como el equipo más leal y valiente de la granja. Aprendieron que la lealtad no solo significa proteger, sino también confiar y apoyarse mutuamente, incluso si uno es un perro guardián y el otro un pequeño conejo.
Y así, Max y Tito siguieron cuidando de la granja, unidos por una amistad leal e inquebrantable.
martes, 5 de noviembre de 2024
domingo, 3 de noviembre de 2024
martes, 29 de octubre de 2024
domingo, 27 de octubre de 2024
martes, 22 de octubre de 2024
lunes, 21 de octubre de 2024
domingo, 20 de octubre de 2024
jueves, 17 de octubre de 2024
martes, 15 de octubre de 2024
lunes, 14 de octubre de 2024
domingo, 13 de octubre de 2024
miércoles, 9 de octubre de 2024
martes, 8 de octubre de 2024
domingo, 6 de octubre de 2024
jueves, 3 de octubre de 2024
Cuento sobre las misiones
El viaje de los pequeños misioneros
En la escuela "Santa María", los niños de cuarto de primaria estaban muy emocionados. La maestra les había contado sobre un nuevo proyecto: Las Misiones. Cada año, los alumnos tenían la oportunidad de convertirse en pequeños misioneros y ayudar a una comunidad cercana que necesitaba apoyo.
Ana, Carlos, Lucía y Diego estaban listos para el reto. La maestra les explicó que no solo se trataba de llevar cosas, sino de llevar alegría, esperanza y amor. "Ser misionero significa ser un amigo para quienes más lo necesitan", dijo la maestra con una sonrisa.
El primer día de la misión, los niños prepararon con entusiasmo cajas llenas de alimentos, ropa y juguetes para los niños de la comunidad. Pero también hicieron algo más: escribieron cartas llenas de buenos deseos y oraciones, deseando que esos niños se sintieran amados y acompañados.
Cuando llegaron a la comunidad, los niños notaron que muchos de los niños allí no tenían lo mismo que ellos, pero todos los recibieron con abrazos y sonrisas. Ana le regaló un dibujo a una niña pequeña, y Carlos organizó un juego de fútbol con otros niños. Lucía se sentó a leer cuentos, mientras que Diego enseñaba a hacer aviones de papel.
Al final del día, los pequeños misioneros comprendieron que, aunque habían llevado cosas materiales, lo más importante había sido el tiempo que compartieron y el cariño que ofrecieron.
Al regresar a su escuela, sabían que habían hecho algo muy especial. No solo habían ayudado a otros, sino que también habían aprendido que el amor y la solidaridad son las verdaderas misiones que todos pueden llevar en el corazón.
miércoles, 2 de octubre de 2024
martes, 1 de octubre de 2024
Cuento de la no violencia
El Valor de la Paz
En una escuela llena de alegría, Alondra, Danna y Samuel eran grandes amigos. Siempre jugaban juntos en el recreo, pero a veces, las cosas no salían como esperaban. Un día, mientras jugaban a la pelota, Samuel sin querer empujó a Danna. Ella se enojó mucho y le gritó: “¡Eres muy torpe!”. Samuel, sintiéndose mal, le respondió: “¡No fue mi culpa!”. Alondra, viendo que la situación empeoraba, intervino: “¡Esperen, no hay que pelear!”
Danna, todavía molesta, cruzó los brazos y le dio la espalda a Samuel. “No quiero jugar contigo más”, dijo. Samuel, triste, se fue a sentar solo en una esquina del patio. Alondra decidió hablar con ambos, porque sabía que la violencia y las palabras hirientes no resolvían nada. Se acercó primero a Danna y le dijo: “Sé que estás enojada, pero gritar y ofender no ayuda. Todos cometemos errores”.
Luego, se dirigió a Samuel: “Samuel, ¿por qué no le explicas a Danna que no lo hiciste con mala intención?”. Samuel se levantó y, con vergüenza, fue hacia Danna. “Lo siento, no quise empujarte. Estaba tratando de alcanzar la pelota”, le explicó. Danna lo miró y, aunque seguía un poco molesta, entendió que su amigo no lo había hecho a propósito.
Alondra sonrió y dijo: “¿Ven? Es mejor hablar que pelear. Las palabras amables y la paciencia siempre son más fuertes que la violencia”. Danna aceptó la disculpa de Samuel y ambos se abrazaron. Volvieron a jugar juntos, esta vez con más cuidado y respeto.
Desde ese día, Alondra, Danna y Samuel entendieron que la mejor forma de resolver cualquier problema era con calma, palabras amables y respeto hacia los demás, porque la paz siempre es mejor que la violencia.
domingo, 29 de septiembre de 2024
jueves, 26 de septiembre de 2024
martes, 24 de septiembre de 2024
Cuento del día naranja
El Día Naranja de Alexa, Said, Sofía, Joaquín y Víctor
Era el 25 de noviembre, y Alexa, Said, Sofía, Joaquín y Víctor notaron algo especial cuando entraron a su salón de clases. Las paredes estaban adornadas con listones y globos naranjas, y en la pizarra la maestra Carmen había escrito en grandes letras: "Día Naranja: Dile NO a la violencia contra las mujeres y niñas."
Sofía levantó la mano, curiosa. “¿Qué es el Día Naranja, maestra?”, preguntó.
La maestra sonrió y respondió: “El Día Naranja es una fecha muy importante. Se conmemora el 25 de cada mes para generar conciencia sobre la violencia que muchas mujeres y niñas sufren en el mundo. Es un día para recordar que debemos tratarnos con respeto y protegernos unos a otros.”
Alexa, que siempre había admirado a su mamá y a su hermana mayor, dijo: “Eso es muy importante, maestra. Mi mamá siempre me dice que todos debemos ser respetuosos, sin importar si somos hombres o mujeres.”
Said, que a veces bromeaba pesado con sus amigas, bajó la cabeza. “¿Entonces, si le digo cosas feas a mis compañeras, eso también cuenta como violencia?”
La maestra Carmen asintió. “Exacto, Said. La violencia no siempre es física. Las palabras también pueden lastimar mucho. Por eso es importante que aprendamos a hablar con respeto y cariño, y no solo con las mujeres, sino con todos.”
Joaquín, siempre inquieto, levantó la mano emocionado. “¡Ya sé! ¡Podríamos hacer una campaña en la escuela! Podríamos hacer carteles para decirle a todos que no deben maltratar a las niñas ni a nadie.”
Sofía añadió: “Y también podemos aprender a defendernos cuando alguien nos falta al respeto, pero siempre de manera pacífica, sin responder con violencia.”
La maestra Carmen aplaudió las ideas de sus alumnos. “Me encanta su entusiasmo. Recordemos que respetar a las niñas y mujeres significa escucharlas, tratarlas bien y no hacerlas sentir menos. Todos podemos ayudar a crear un mundo más seguro para ellas.”
Víctor, que siempre era muy protector con su hermana menor, dijo: “Yo prometo cuidar siempre a mi hermana y a mis amigas. Nadie debería hacerles daño.”
Al final del día, los cinco amigos se sentían más comprometidos con la causa. Sabían que el respeto y la protección hacia las mujeres y niñas comenzaba en pequeños actos y que ellos podían ser parte del cambio. Así, se despidieron con una sonrisa, orgullosos de haber aprendido algo tan importante.
domingo, 22 de septiembre de 2024
jueves, 19 de septiembre de 2024
Cuento El Juego en Clase y las Consecuencias
El Juego en Clase y las Consecuencias
Era un día soleado, y la clase de computación estaba por comenzar. El profesor había preparado una actividad divertida para enseñar a sus alumnos a utilizar un nuevo programa en la computadora. Sin embargo, Mauricio, Luz, Mia, Janis y Allison no parecían estar muy interesados en la lección. En vez de prestar atención, comenzaron a jugar entre ellos.
Mauricio sacó un pequeño juguete que llevaba en su mochila y lo empezó a mover por el escritorio, haciendo que Luz y Mia se rieran. Mientras tanto, Janis y Allison abrieron una ventana en la computadora para jugar un juego en línea sin que el profesor lo notara.
El profesor, al verlos distraídos, les recordó: “Chicos, es importante que presten atención. Hoy aprenderemos algo nuevo, y será divertido si todos colaboramos”. Sin embargo, el grupo continuó con su juego, ignorando la advertencia.
Mientras los demás alumnos seguían avanzando en la actividad, Mauricio y sus amigos se dieron cuenta de que no habían hecho nada de la tarea. Cuando el profesor pidió que compartieran lo que habían aprendido, no supieron qué decir. Se miraron entre ellos nerviosos, sabiendo que sus bromas los habían atrasado.
El profesor, con una sonrisa paciente, dijo: “Cuando jugamos en clase, nos distraemos de aprender cosas importantes. Todos tienen el derecho de divertirse, pero también de aprender. Si juegan en el momento equivocado, luego sentirán las consecuencias”. Luego les asignó una tarea extra para ponerse al día con lo que habían perdido.
Esa tarde, mientras los demás jugaban en el recreo, Mauricio, Luz, Mia, Janis y Allison se quedaron terminando la actividad de computación. Aunque estaban un poco molestos al principio, entendieron la lección: si jugaban en clase, después tendrían que recuperar el tiempo perdido.
A partir de ese día, el grupo decidió prestar más atención en las clases. Se dieron cuenta de que aprender también podía ser divertido si todos colaboraban y respetaban el tiempo de trabajo. Los juegos tendrían su lugar, pero solo después de haber cumplido con sus responsabilidades.
Y así, la clase de computación se convirtió en su favorita, no solo porque aprendían cosas nuevas, sino porque también habían comprendido la importancia de respetar las reglas y el tiempo de estudio.
martes, 17 de septiembre de 2024
Cuento sobre los simulacros
El Simulacro de Sismos
Era un día soleado en la escuela primaria "Los Valientes". Mario, Patricio, Sarah, Diego y Emiliano estaban emocionados porque ese día se realizaría un simulacro de sismo. Sin embargo, algunos de ellos no lo tomaban muy en serio.—¡Vamos a divertirnos! —dijo Patricio, riéndose mientras jugaba con su balón.—No es solo un juego, Patricio —respondió Sarah—. Es importante que aprendamos qué hacer en caso de un verdadero sismo.Diego, que siempre había sido muy responsable, se unió a la conversación.
—Sarah tiene razón. Los simulacros son para prepararnos. Si un día ocurre un sismo real, debemos saber cómo protegernos.Emiliano, que estaba más interesado en su videojuego, intervino.
—¿Y si no pasa nada? Solo estamos perdiendo tiempo.La maestra, la señora López, escuchó la conversación y decidió intervenir.
—Chicos, permítanme contarles una historia. Hace unos años, en una ciudad cercana, ocurrió un sismo fuerte. Muchas personas se asustaron porque no sabían qué hacer. Algunos se quedaron paralizados, mientras que otros corrieron descontroladamente. Aquellos que habían practicado simulacros pudieron salir de sus casas y refugiarse en lugares seguros. Por eso, es vital que tomemos en serio estas prácticas.Los alumnos, al escuchar la historia, comenzaron a entender la gravedad de la situación. Mario preguntó:
—¿Entonces, si no practicamos, podríamos estar en peligro?—Exactamente —respondió la señora López—. Los simulacros nos enseñan a mantener la calma y actuar rápido.Finalmente, la señal del simulacro sonó. Todos los alumnos se levantaron rápidamente. Mario, Patricio, Sarah, Diego y Emiliano se dirigieron hacia la salida, siguiendo las instrucciones de la maestra. En el camino, se dieron cuenta de que era importante estar alerta y actuar en equipo.Al llegar al lugar seguro, la señora López les sonrió.
—¡Bien hecho! Recuerden, en un verdadero sismo, la calma y la preparación son clave.Después del simulacro, los cinco amigos se sentaron juntos.
—Ahora entiendo por qué es tan importante —dijo Emiliano—. Si no sabemos qué hacer, podemos ponernos en peligro.—Sí, y además, podemos ayudar a otros —agregó Diego.Los amigos se miraron y sonrieron. Desde ese día, decidieron que siempre tomarían en serio los simulacros de sismo, porque sabían que su seguridad y la de todos dependía de ello.