El Día Naranja de Alexa, Said, Sofía, Joaquín y Víctor
Era el 25 de noviembre, y Alexa, Said, Sofía, Joaquín y Víctor notaron algo especial cuando entraron a su salón de clases. Las paredes estaban adornadas con listones y globos naranjas, y en la pizarra la maestra Carmen había escrito en grandes letras: "Día Naranja: Dile NO a la violencia contra las mujeres y niñas."
Sofía levantó la mano, curiosa. “¿Qué es el Día Naranja, maestra?”, preguntó.
La maestra sonrió y respondió: “El Día Naranja es una fecha muy importante. Se conmemora el 25 de cada mes para generar conciencia sobre la violencia que muchas mujeres y niñas sufren en el mundo. Es un día para recordar que debemos tratarnos con respeto y protegernos unos a otros.”
Alexa, que siempre había admirado a su mamá y a su hermana mayor, dijo: “Eso es muy importante, maestra. Mi mamá siempre me dice que todos debemos ser respetuosos, sin importar si somos hombres o mujeres.”
Said, que a veces bromeaba pesado con sus amigas, bajó la cabeza. “¿Entonces, si le digo cosas feas a mis compañeras, eso también cuenta como violencia?”
La maestra Carmen asintió. “Exacto, Said. La violencia no siempre es física. Las palabras también pueden lastimar mucho. Por eso es importante que aprendamos a hablar con respeto y cariño, y no solo con las mujeres, sino con todos.”
Joaquín, siempre inquieto, levantó la mano emocionado. “¡Ya sé! ¡Podríamos hacer una campaña en la escuela! Podríamos hacer carteles para decirle a todos que no deben maltratar a las niñas ni a nadie.”
Sofía añadió: “Y también podemos aprender a defendernos cuando alguien nos falta al respeto, pero siempre de manera pacífica, sin responder con violencia.”
La maestra Carmen aplaudió las ideas de sus alumnos. “Me encanta su entusiasmo. Recordemos que respetar a las niñas y mujeres significa escucharlas, tratarlas bien y no hacerlas sentir menos. Todos podemos ayudar a crear un mundo más seguro para ellas.”
Víctor, que siempre era muy protector con su hermana menor, dijo: “Yo prometo cuidar siempre a mi hermana y a mis amigas. Nadie debería hacerles daño.”
Al final del día, los cinco amigos se sentían más comprometidos con la causa. Sabían que el respeto y la protección hacia las mujeres y niñas comenzaba en pequeños actos y que ellos podían ser parte del cambio. Así, se despidieron con una sonrisa, orgullosos de haber aprendido algo tan importante.
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